¡Joder!, ¡Abrí una de esas bolsas y me encontre que, entre la maraña de magdalenas monoenvueltas había un envoltorio vacío pero hinchado de aire!
Bueno, la idea de que un empleado de la cadena de montaje tenga un mal día, y decida tirarse un pedete --una llufita para ser precisos-- dentro de uno envoltorios y lo devuelva al proceso de envasado como si nada. Se trataría de una broma maestra.
Lo central de esta idea, el kernel de lo que quiero expresar, es que yo nunca percibiría semejante jugada, porque para mí esta bolsita vacía es una reliquia, una rareza, la guardo como oro en paño y jamás violaré su sagrada clausura para oler el interior, nunca seré capaz de hacer una cosa así.
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