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miércoles, 13 de febrero de 2013

Frisbi con Ipads

Una idea al estilo Miguel Nogueira (el maestro de estos zascarrillos).
Que los multimillonarios juguen al Frisbi con carísimos ipad último modelo. Que aprovechen de ese modo la planicie de "gadged"

La forma ulterior de despilfarro. ¡Pero cuidado! Este juego tiene sus reglas, si se cae y se rompe la pantalla ¡Se cambia de ipad, hombre por Dios!

Emptiness Muffin

Soy amante de las bolsas de magdalenas de kilo marca día (o eroski en su defecto). Esas preciosidades monoenvueltas --palabra inventada--, que puedes comprar en cantidades industriales por solo un euro.
¡Joder!, ¡Abrí una de esas bolsas y me encontre que, entre la maraña de magdalenas monoenvueltas había un envoltorio vacío pero hinchado de aire!
No se aprecia bien, pero se trata de el papelito de celofán del envoltorio encerrando un espacio sin magdalena, una metáfora del vacío perfecto. Un claro indicio de la decadencia post-industrial.
Atención a lo gorda que es la mano que abraza la bolsa.

Bueno, la idea de que un empleado de la cadena de montaje tenga un mal día, y decida tirarse un pedete --una llufita para ser precisos-- dentro de uno envoltorios y lo devuelva al proceso de envasado como si nada. Se trataría de una broma maestra.
Lo central de esta idea, el kernel de lo que quiero expresar, es que yo nunca percibiría semejante jugada, porque para mí esta bolsita vacía es una reliquia, una rareza, la guardo como oro en paño y jamás violaré su sagrada clausura para oler el interior, nunca seré capaz de hacer una cosa así.

Tapar una cocacola con un gajo de mandarina

Estaba comiendo y se me ocurrió la siguiente chorrada:


La idea de que si vas al Palace, o a un restaurente my snob y exclusivo, y pides una coca cola cero, te ponen la lata abierta, pero la tapan cuidadosamente con un gajo de mandarina seleccionado para caber perfectamente en la abertura de la cocacola --Imaginemoslos desojando cientos de mandarinas hasta encontrar  un gajo adecuado--.
Sería como las sombrillitas de los cockteles pero mucho mas "casual". Podríamos contextualizar la idea y decir que es una forma muy sofisticada de impedir que se escape el gas, o incluso podríamos traspasar la línea que separa el bien del mal e imaginar que estos ricachones sin escrúpulos utilizasen mandarinas modificadas genéticamente --millones malgastados en eugenesia-- para que sus malditos gajitos encajen magistralmente en la apertuera.
Ríos de tinta, se vertirán acerca cómo lo exclusivo y lo vulgar se aunan en esta cosa.



jueves, 7 de febrero de 2013

Arte abstracto, mi ópera prima

El episodio de la casa rosa con olor a chicle bazoka (ver entrada anterior) me produjo tal turbación que sin duda dañó irremediablemente mi cerebro. Estando yo concentrado en otras cosas de repente me sorprendí haciéndo rallajos en una hoja de agenda --de 2006, que uso como papel de sucio--, al fijarme en lo que estaba haciendo me di cuenta de que se trataba sin duda de una obra de arte abstracto.
Poseido, empecé a pintarrajear, vertí café, emborroné la tinta del reverso --que estaba lleno de inconexas formulas, ruido matemático--. Este fué el resultado
Hela aquí, mi obra pinchada en la pared. Técnica mixta: rotu de los chinos, lapices azul y rojo fabercastel, café y hoja de agenda del 27 de febrero de 2006.

Es obvio, pero lo diré: La obra es una reflexión a cerca del espacio y el tiempo, los colores son usados para dar profundidad espacial y el uso de la hoja de agenda representa el devenir del tiempo en un sentido atávico. El reverso del folio, plagado de complejas fórmulas, se transparenta gracias al uso del café --que aporta una dimensión trivializante-- obteniendose un efecto de complejidad subyacente. El hecho de que la firma esté rota, resta egocentrismo a la autoría y cede la pertenencia de la creación al propio público, que pasa a ser protagonista y centro del proceso creativo.

No entiendo el arte moderno y sé que no lo entenderé jamás. Es superior a mi, tengo que aceptar y acepto que carezco de esa sensibilidad artística. Es por ello que creo semejantes aberraciones.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Rosa, con olor chicle bazoka.

El otro día fui a una exposición en una catedral. Se trataba de una colección muy cuidada de obras de arte y piezas de museo, en el interior de la catedral restaurada, un trabajo magnífico. Me colé entre un grupo de visitantes que a diferencia de mí había pagado una visita guiada.
La guía del museo --Que no dejaba de mirarme mal porque sabía que no había pagado-- nos llevó de la mano por todas las estancias, que tenían un caracter solemne y arrollador. La exposición estaba ordenada cronológicamente. Lo macabro sucedió al llegar a parte correspondiente a la "época actual", fue cuando dijo:
--EEEh, bueno, llegados aquí queríamos hacer una reflexión a cerca todo lo anterior. Así que hemos colocado junto a estos arcos góticos una casita de muñecas rosa. Por eso un aroma chicle bazoka impregna la estancia. Lo que queremos es abrir un espacio a la reflexión--
Atención al cesped artificial colocado en los asientos de la casa

Estos son los fantásticos interiores diseñados por Agata Ruíz de la prada
Y esto es lo que ves si sientas tu pompis en el cesped artificial y miras al frente. Desde luego  reflexionas, los muy malditos efectivamente lo consiguen.
 Olé, así se corona una exposición. Si hubiera intentado inventarme una forma de dinamitarlo todo, no se me hubiera ocurrido algo tan sublime. Estás ahí tranquilo disfrutando de unas buenas figuras policromadas y PAM!, Hello Qitty llega y te arrea un guantazo. Todavía tengo grabado el aroma del chicle bazoka, me dan arcadas...
¿Tratan de decirme que la historia del arte converge a esta locura? ¿Una casa de muñecas rosa representa el devenir del arte actual?

Una experiencia única.