Este es un romance que escribí a partir de la historia de mi vecino de Las Palmas, Pedrito. Me para siempre que me ve para contarme sus vivencias. Ahora creo que vive en el Abandonado Estadio Insular, un viejo edificio que ahora sirve de refugio a muchos que no tienen otro lugar a donde ir. Aun con todo lo vivido, es un alma alegre.
Allí detrás de la esquina
está sentado Pedrito
vendiendo la primitiva
frente al Muelle Deportivo.
Llegó hace un tiempo recuerda,
de un sueño fugitivo,
dice que es padre y esposo,
que cuide bien de los míos
que por partir dejo solos
a su mujer y a sus hijos
Va siempre junto a su silla
rota de tanto extravío.
Va repartiendo sonrisas
a cuantos andan perdidos
"Ahora vivo en el Estadio"
el otro día me dijo.
Duerme en lo oscuro de un antro,
abandonado escondrijo,
en las antiguas taquillas
entre papeles y archivos,
o en la fresca y alta hierba
acompañado de grillos.
"Sé que he de andar con cuidado"
dice, "No es bueno el sitio",
abandonado por Dios
se quedó aquel edificio.
Pero aun con todo me mira
esa mirada, ¡Angelito!
y entre sonrisas repite:
que cuide bien de los míos
que por partir dejo solos
a su mujer y a sus hijos.
Este tan pobre diablo
que más que vivir ha sufrido
sabe bien que una sonrisa
puede curar el olvido,
reparte siempre alegría
junto a la esquina Pedrito,
dame una de tus sonrisas
yo también estoy perdido.
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